viernes, 27 de marzo de 2009

SINDROME DE GUILLAIN BARRE

Por: Dra. Sandra Carrillo Villa
Neurofisióloga


El síndrome de Guillain Barre es el cuadro clínico caracterizado por parálisis rápidamente ascendente, disminución o ausencia de reflejos y aumento de proteínas en el liquido cefalorraquídeo. Es una polineuropatía (compromiso de varios nervios) desmielinizante aguda, que generalmente se presenta después de una infección viral respiratoria (gripa) o posterior a un evento diarreico agudo.

Las quejas iniciales son sensación de hormigueo o entumecimiento distal en manos y pies, que van ascendiendo, seguido de debilidad progresiva, que frecuentemente inicia en las piernas y asciende hasta comprometer brazos y en ocasiones también la cara. La debilidad facial ocurre en el 50% de los pacientes y usualmente es bilateral. El déficit motor es generalmente simétrico.
También se puede observar alteraciones autonómicas, como sudoración, hipo o hipertensión, dificultad respiratoria y alteraciones del ritmo cardíaco, lo que puede llevar a resultados fatales.
El déficit neurológico progresa de manera variable, es decir, no todos los pacientes llegan a presentar los mismos síntomas o tienen la misma evolución. Aunque por regla alcanza su máxima expresión en 4 semanas, luego permanece estable por días o semanas antes de iniciar la recuperación. El 20 % de los pacientes quedan con un déficit permanente. Ocasionalmente, los pacientes pueden desarrollar desgaste muscular en las zonas mas afectadas, lo que se asocia a pobre recuperación.

El diagnóstico se hace basado en los síntomas y signos, estudio de electromiografia y neuroconducciones de las 4 extremidades y estudio de liquido cefalorraquídeo, por medio de punción lumbar, en donde se encuentra proteínas elevadas, con células normales. El tratamiento es de soporte, manejo de los síntomas, acompañado de inmunoglobulina intravenosa o plasmaferesis, especialmente en los casos severos o de progresión rápida.

miércoles, 4 de marzo de 2009

TRASTORNO DEL COMPORTAMIENTO DEL SUEÑO

Por: Nhora Patricia Ruiz, neuróloga clínica Fundación Cardiovascular de Colombia
El sueño está conformado por dos estadios principales: MOR o REM (movimientos rápidos de los ojos) y no MOR o no REM (no movimientos rápidos de los ojos). Este último período a su vez se divide en cuatro fases que se nombran como S1, S2, S3 y S4, siendo las dos últimas las fases del sueño profundo, el cual se considera el más reparador para el paciente.

Cada uno de estas etapas puede presentar trastornos específicos, por lo que haré referencia al “trastorno del comportamiento del sueño REM”, continuando con la revisión del tema del sueño.
Este trastorno consiste en la presencia de actividad motora excesiva durante el REM, la cual en condiciones normales debe estar completamente ausente una vez que el rasgo principal del sueño REM es la atonía ó pérdida del tono muscular.

Los pacientes con el TCSR pueden lesionarse a sí mismos o al compañero/a de cama, ya que presentan sueños vívidos en los que llegan incluso a hablar, actuar, patalear, golpearse, caerse al piso, darse puños o lesionarse, entre otros.

Típicamente, y a diferencia del sonambulismo, el paciente recuerda al día siguiente el sueño con gran nitidez, siendo éstos casi siempre sucesos en los que el paciente se sentía o era agredido.
Aunque es un trastorno poco frecuente, con estadísticas del 0.5% en la población americana, es importante anotar que se presenta predilectamente en hombres entre 60 y 70 años.

Su asociación con enfermedades neurodegenerativas como parkinson, demencia de cuerpos de Lewy y atrofia sistémica múltiple está claramente establecida, pudiendo anteceder hasta en 14 años la aparición de estas patologías.

El tratamiento se fundamenta inicialmente en el adecuado diagnóstico y evaluación integral por un especialista (neurólogo), la realización de un polisomnograma ó estudio de sueño, la aplicación de test neuropsicológicos específicos y el manejo con medicamentos tipo benzodiacepinas e incluso la melatonina.

Saber y conocer estas alteraciones del sueño, pueden permitirle identificar familiares o personas que padecen este trastorno y requieren la oportuna evaluación y tratamiento.

martes, 3 de marzo de 2009

La medicina del sueño: el olvido de todos los días

Por: Nhora Patricia Ruiz, neuróloga clínica Fundación Cardiovascular de Colombia
Son pocos los pacientes y aún menos, los médicos que recordamos incluir en el interrogatorio de la consulta diaria las condiciones del “buen dormir”.

A pesar de la tecnología, el entrenamiento y el alcance de la información, no puedo hablar de desconocimiento de los temas del sueño. Debo aceptar más bien que se trata de un olvido por demás grave ante las consecuencias demostradas, hoy por hoy, de los trastornos propios del sueño.

Las parasomnias y las dissomnias o trastornos del inicio y mantenimiento del sueño, se consideran los dos grandes grupos en los que podemos incluir aquellas alteraciones dignas de toda nuestra atención y de consulta por parte de los pacientes.

La narcolepsia, hipersomnias idiopáticas, los desórdenes del ritmo circadiano, la inadecuada higiene del sueño y los trastornos respiratorios del sueño, como la apnea obstructiva del sueño, hacen parte de los trastornos incluidos en el concepto de dissomnias.

Por otro lado, las parasomnias que incluyen problemas de sonambulismo, bruxismo, piernas inquietas, entre otras molestias del sueño, son temas frecuentes entre los padres de familia, considerándose incluso como anécdotas de toque cómico, sin considerar que son verdaderos trastornos de un ciclo fisiológico en el ser humano: el sueño.

Esta es una invitación al “no olvido”. Una invitación a consultar y ser consultado médicamente sobre el buen dormir. Una invitación a continuar regularmente leyendo en este espacio, las definiciones de cada uno de los problemas asociados al sueño. Con seguridad muchos de nosotros ya somos parte del grupo de pacientes con trastornos propios del sueño.