Por: Nhora Patricia Ruiz, neuróloga clínica Fundación Cardiovascular de Colombia
Son pocos los pacientes y aún menos, los médicos que recordamos incluir en el interrogatorio de la consulta diaria las condiciones del “buen dormir”.
A pesar de la tecnología, el entrenamiento y el alcance de la información, no puedo hablar de desconocimiento de los temas del sueño. Debo aceptar más bien que se trata de un olvido por demás grave ante las consecuencias demostradas, hoy por hoy, de los trastornos propios del sueño.
Las parasomnias y las dissomnias o trastornos del inicio y mantenimiento del sueño, se consideran los dos grandes grupos en los que podemos incluir aquellas alteraciones dignas de toda nuestra atención y de consulta por parte de los pacientes.
La narcolepsia, hipersomnias idiopáticas, los desórdenes del ritmo circadiano, la inadecuada higiene del sueño y los trastornos respiratorios del sueño, como la apnea obstructiva del sueño, hacen parte de los trastornos incluidos en el concepto de dissomnias.
Por otro lado, las parasomnias que incluyen problemas de sonambulismo, bruxismo, piernas inquietas, entre otras molestias del sueño, son temas frecuentes entre los padres de familia, considerándose incluso como anécdotas de toque cómico, sin considerar que son verdaderos trastornos de un ciclo fisiológico en el ser humano: el sueño.
Esta es una invitación al “no olvido”. Una invitación a consultar y ser consultado médicamente sobre el buen dormir. Una invitación a continuar regularmente leyendo en este espacio, las definiciones de cada uno de los problemas asociados al sueño. Con seguridad muchos de nosotros ya somos parte del grupo de pacientes con trastornos propios del sueño.
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